13 agosto 2010

Pensando en Isaba


Líquenes tatuados sobre el abedul, el agua gorgoteando entre las calizas rompe el arrullo del silencio, una lluvia de hojas doradas forma remansos de tranquilidad, mientras en la orilla el musgo arropa la aridez de las piedras. El otoño nos cubrirá de nostalgia y el viento se llevará los apegos. Durante el instante de bruma, los corazones solitarios sucumbirán ante la belleza de las esquivas lamias.

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