31 diciembre 2009
23 diciembre 2009
Identidad consentida
L@s que me han conocido dicen que soy un poco serio, algo callado, bastante timido, triste y solitario. Aunque algunas de esas impresiones no me definen por completo, son verdades que me hacen sentir bien.
11 diciembre 2009
Aislar la melancolía
Si pudiéramos atrapar nuestros sueños, capturar la ilusiones, creo que no seríamos más libres, porque habríamos aniquilado la felicidad lograda.
Cuando te lances a por tus deseos ten presente que puedes recoger sólo briznas, pero te llevaran a mantener latente el éxtasis del anhelo. Estamos tan ensimismados en alcanzar objetivos que somos incapaces de darnos cuenta, que lo mejor sucede durante el recorrido, nos perdemos los detalles del trayecto.
En ese ir y venir entre añoranzas y deseos, permanecemos subyugados en un interminable sueño que mantiene palpitando la esperanza, y nos impide vivir la realidad.
En ese ir y venir entre añoranzas y deseos, permanecemos subyugados en un interminable sueño que mantiene palpitando la esperanza, y nos impide vivir la realidad.
02 septiembre 2009
Desperdiciando sueños
Hay veces que sientes que todo a tu alrededor es una mierda, nada te motiva, entonces te arrastras por un desierto de sensaciones que te conduce a pensar en lo puta que es la vida. Pero amanece otro nuevo día y con el te propones cambiar, olvidas, renuevas las esperanzas, albergas ilusiones alcanzables y te ocupas de tus sueños. Mientras ordenas tu mundo, te das cuenta que la vida no es otra cosa que disfrutar de pequeños momentos, de esos que nos rodean cada día y de los cuales, unos pocos afortunados son capaces de convertir en tiempo de felicidad.
23 agosto 2009
A la orilla del Danubio
Ildiko tenía razón, en Budapest hay corredoiras milenarias desgastadas por transeúntes nostálgicos, que recuerdan el espíritu sosegado de sus moradores, la memoria de una época que se quedo atrás. En cualquier recodo del empedrado instalan su aposento aquellos, que en algún momento se desengancharon de la vida y quedaron atrapados en el universo del olvido.
20 junio 2009
Ansiar lo desconocido
No dejes que nadie limite tus ansias de conocer. Aunque recuerda. No te dejes la vida en ese anhelo de conocimiento, o al saciar simplemente, tu curiosidad.
12 junio 2009
Hay cosas que no cambian

Siete y veinte de la mañana, esperando el autobús. Es siempre lo mismo, como un patrón definido por la genética o un estúpido arraigo cultural. Tipos que pasan en sus coches, giro de cabeza hacía la ventanilla para diseccionar con mirada de búho, a la moza que aguarda en la parada. Y en ese gesto escrutador van dejando un reguero de babas que salpica la calzada. Sin lugar a dudas, algunos tipos son parientes del Cromañón.
16 mayo 2009
¿Por qué no te olvido?
27 marzo 2009
La necesidad de perdonar
Salvajismo abominable
Durante el devenir de lo que se ha dado en llamar civilización, hasta hoy, han ido surgiendo hordas de personajillos acomplejados, que desde sus nichos de poder, primacía e intolerancia, dotados de un sentimiento posesivo, con su arrogante autocomplacencia, se hunden ante el más mínimo atisbo de contrariedad. Respondiendo, con un comportamiento abyecto que se manifiesta generalmente en forma de violencia, en cualquiera de sus diversas variantes (física, psicológica, vejaciones, acoso, maltrato, mobbing laboral, dominación), ejercida cobardemente sobre las personas en circunstancias de debilidad.
Estos actos que ocurren en las sociedades habitadas por seres presuntamente racionales, no tienen parangón en la naturaleza. Entre animales, a lo sumo, puede aparecer algún elemento descarriado, abusón o graciosillo. Ejemplo: (en una colonia de pingüinos)
Estos actos que ocurren en las sociedades habitadas por seres presuntamente racionales, no tienen parangón en la naturaleza. Entre animales, a lo sumo, puede aparecer algún elemento descarriado, abusón o graciosillo. Ejemplo: (en una colonia de pingüinos)
24 marzo 2009
DIAGNÓSTICO: CÁNCER: Recomenzando la vida.

¿Por qué tengo estropeada la sangre?
¿Y podré jugar?
Claro que sí. Hasta hartarte.
Ahora toca escoger entre la esperanza o.... la nada.

De nuevo al hospital, a enchufarse con permiso de los glóbulos, durante un rato a la vida. A amarrarse a otro cordón umbilical. Siempre desparramando alegría. Con la gorra protegiendo la sonrisa y por golosina, el primperan.
Entre bocanadas de mareos, con el corazón expulsando el cansancio, acordamos una nueva cita con la vida.
Nunca unos ojos amaron tanto. Sintieron tan cercana la esperanza.
Y de regreso a casa, meciéndote a arrumacos.
23 marzo 2009
El huerto del abuelo

En mis huidas para ahuyentar el hastío, me acerque al pueblo de Silene. Aquí las estaciones transcurren de un modo distinto. A los cerezos se les ha olvidado florecer, y las abejas zumban ansiosas a su alrededor, aguardando la espera. Rarezas de la primavera. Un almendro prematuro, comienza a desperezar de su letargo invernal, pero ellas no disputan por libar su polen.
Junto al regato de aguas estrepitosas, bajando por el sendero del robledal, se llega hasta el huerto del abuelo Remigio. La primera vez que me asome por su empalizada, me pareció ver un árbol de genética confusa, un espécimen distraído. De sus ramas descolgaban tapacubos de coches. Eran los trofeos arrebatados en su disputa con el progreso, el botín capturado a la cuneta de la carretera. Bicicletas infantiles, triciclos de colores, pendulean al socaire de la ladera, sujetos por cordeles en el fresno seco de la Felisa. Sobre las ramas, el abuelo va depositando las añoranzas de unos hijos a los que ya se les pasó la edad de pedalear.
El abuelo Remigio anda a trompicones, pasito a pasito, como las Geishas. Coge aliento, y reemprende el caminar junto a su nieta que lo acompaña hasta su fortaleza. El abuelo se levantó una mañana y durante el desayuno, mientras migaba el tazón de leche, se quedó atrapado entre sus recuerdos. El boticario, que de esto sabe un rato, dijo que fue la edad quien decidió enclaustrarlo en el pasado. Ahora ocupa el tiempo en sus pensamientos, y de vez en cuando, interrumpe el silencio para susurrar cabizbajo.
Junto al regato de aguas estrepitosas, bajando por el sendero del robledal, se llega hasta el huerto del abuelo Remigio. La primera vez que me asome por su empalizada, me pareció ver un árbol de genética confusa, un espécimen distraído. De sus ramas descolgaban tapacubos de coches. Eran los trofeos arrebatados en su disputa con el progreso, el botín capturado a la cuneta de la carretera. Bicicletas infantiles, triciclos de colores, pendulean al socaire de la ladera, sujetos por cordeles en el fresno seco de la Felisa. Sobre las ramas, el abuelo va depositando las añoranzas de unos hijos a los que ya se les pasó la edad de pedalear.
El abuelo Remigio anda a trompicones, pasito a pasito, como las Geishas. Coge aliento, y reemprende el caminar junto a su nieta que lo acompaña hasta su fortaleza. El abuelo se levantó una mañana y durante el desayuno, mientras migaba el tazón de leche, se quedó atrapado entre sus recuerdos. El boticario, que de esto sabe un rato, dijo que fue la edad quien decidió enclaustrarlo en el pasado. Ahora ocupa el tiempo en sus pensamientos, y de vez en cuando, interrumpe el silencio para susurrar cabizbajo.
- Hijo. La sinceridad se encuentra buscando en lo que dicen las nubes-. Y vuelve a encerrarse en su mundo, cautivo de su corazón por el dolor de tanta pérdida.
En mis momentos de deriva me acuerdo de sus palabras. Asomo la mirada a la ventana, las miro y… aunque quiero imaginar que es cierto, sin embargo, no las entiendo. Yo sólo veo nubes.
12 marzo 2009
07 marzo 2009
Se rompen los sueños
25 febrero 2009
Gracias jefe
Tengo un jefe, que accedió al cargo por mandarinato. Vaya, de los de designación política.
Tengo un jefe, que hace uso de ciertos privilegios asignados por mandato divino.
Tengo un jefe, que cree dirigir los designios culturales de la sociedad a la que representa, aunque entre sus empleados corre el rumor de que sólo estampa firmas.
Y yo me pregunto, que alguna cualidad tendrá. Quiero decir, a parte de la caligráfica.
Y yo me pregunto, que alguna cualidad tendrá. Quiero decir, a parte de la caligráfica.
Tengo un jefe, que viste gabardina a lo fart west, que da paseos por el boulevard camino del ayuntamiento, mientras acuna un maletín repleto de vanidades.
Tengo un jefe, que en su hablar parece denotarse cierta ebriedad, pero no, se trata de los titubeos que enmascara la deshonestidad.
Tengo un jefe, siempre en acuciante premura fingida, para hacer notar la relevancia de un cargo que no lo es tanto.
Tengo un jefe, que padece el síndrome de la reunionitis. Que acapara el tiempo con discursos irrelevantes y fatuos. Que monopoliza las conversaciones, porque le produce orgasmos escucharse a si mismo.
Tengo un jefe, que exhibe un aparente talante progre, dialogador, pero que tolera mal el pensamiento disidente, que carece de la predisposición necesaria para admitir las opiniones de razonamiento divergente.
Tengo un jefe, que cercena cualquier signo de pluralidad que le contravenga.
Tengo un jefe, que cuando alguien es objeto de su inquina, muestra el lado inquisitorial, utilizando a modo de amedrentamiento el exilio laboral.
…en fin, tengo un jefe.
Tengo un jefe, que en su hablar parece denotarse cierta ebriedad, pero no, se trata de los titubeos que enmascara la deshonestidad.
Tengo un jefe, siempre en acuciante premura fingida, para hacer notar la relevancia de un cargo que no lo es tanto.
Tengo un jefe, que padece el síndrome de la reunionitis. Que acapara el tiempo con discursos irrelevantes y fatuos. Que monopoliza las conversaciones, porque le produce orgasmos escucharse a si mismo.
Tengo un jefe, que exhibe un aparente talante progre, dialogador, pero que tolera mal el pensamiento disidente, que carece de la predisposición necesaria para admitir las opiniones de razonamiento divergente.
Tengo un jefe, que cercena cualquier signo de pluralidad que le contravenga.
Tengo un jefe, que cuando alguien es objeto de su inquina, muestra el lado inquisitorial, utilizando a modo de amedrentamiento el exilio laboral.
…en fin, tengo un jefe.
15 febrero 2009
Olvido
Captura tus sueños
Debes saber que hay gente que pretenderá destrozar tus ilusiones y que cuando te dejen sin ellas, si te quedas ahí abajo, hundida/o, inmóvil, habrán convertido tu vida en una permanencia anodina. No les des razones. Si crees que encaramandote a las nubes podrás alcanzar el arco iris, ¡no lo dudes!, coge aliento y vuela hasta ellas.
26 enero 2009
Empaparse de lluvia
Otro día lluvioso. Me acuerdo que desde niño la lluvia siempre ha custodiado a mi tristeza, tal vez por ello, me agrada ver las gotas de agua alborotándose en el cristal de la ventana. Una a una, disciplinadamente, van escurriéndose de manera pertinaz por vericuetos ya explorados, formando minúsculas burbujas que atesoran los recuerdos de un viaje infinito. Dejando un rastro para sus sucesoras que les permitan capturar los momentos perdidos. Salgo de la cafetería a la calle. Me detengo mirando hacía arriba, manteniendo la mirada extraviada en el llanto de las nubes, y un tipo que pasa tropieza con su extrañeza, nunca vio a nadie buscar respuestas en la lluvia.

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