27 marzo 2009

La necesidad de perdonar

El poeta escribiría; si no eres capaz de perdonar, preocúpate, se ha dañado tu corazón.
El cardiólogo, con esos antecedentes, sugerirá el implante de uno artificial.
Sólo el anciano te dirá, que mires hacía tu interior. Porque quien no comete errores, lo más probable es que esté ya, ¡muerto!

Salvajismo abominable

Durante el devenir de lo que se ha dado en llamar civilización, hasta hoy, han ido surgiendo hordas de personajillos acomplejados, que desde sus nichos de poder, primacía e intolerancia, dotados de un sentimiento posesivo, con su arrogante autocomplacencia, se hunden ante el más mínimo atisbo de contrariedad. Respondiendo, con un comportamiento abyecto que se manifiesta generalmente en forma de violencia, en cualquiera de sus diversas variantes (física, psicológica, vejaciones, acoso, maltrato, mobbing laboral, dominación), ejercida cobardemente sobre las personas en circunstancias de debilidad.

Estos actos que ocurren en las sociedades habitadas por seres presuntamente racionales, no tienen parangón en la naturaleza. Entre animales, a lo sumo, puede aparecer algún elemento descarriado, abusón o graciosillo. Ejemplo: (en una colonia de pingüinos)


24 marzo 2009

DIAGNÓSTICO: CÁNCER: Recomenzando la vida.



¿Por qué tengo estropeada la sangre?
¿Y podré jugar?
Claro que sí. Hasta hartarte.

Ahora toca escoger entre la esperanza o.... la nada.




De nuevo al hospital, a enchufarse con permiso de los glóbulos, durante un rato a la vida. A amarrarse a otro cordón umbilical. Siempre desparramando alegría. Con la gorra protegiendo la sonrisa y por golosina, el primperan.

Entre bocanadas de mareos, con el corazón expulsando el cansancio, acordamos una nueva cita con la vida.

Nunca unos ojos amaron tanto. Sintieron tan cercana la esperanza.
Y de regreso a casa, meciéndote a arrumacos.





23 marzo 2009

El huerto del abuelo


En mis huidas para ahuyentar el hastío, me acerque al pueblo de Silene. Aquí las estaciones transcurren de un modo distinto. A los cerezos se les ha olvidado florecer, y las abejas zumban ansiosas a su alrededor, aguardando la espera. Rarezas de la primavera. Un almendro prematuro, comienza a desperezar de su letargo invernal, pero ellas no disputan por libar su polen.

Junto al regato de aguas estrepitosas, bajando por el sendero del robledal, se llega hasta el huerto del abuelo Remigio. La primera vez que me asome por su empalizada, me pareció ver un árbol de genética confusa, un espécimen distraído. De sus ramas descolgaban tapacubos de coches. Eran los trofeos arrebatados en su disputa con el progreso, el botín capturado a la cuneta de la carretera. Bicicletas infantiles, triciclos de colores, pendulean al socaire de la ladera, sujetos por cordeles en el fresno seco de la Felisa. Sobre las ramas, el abuelo va depositando las añoranzas de unos hijos a los que ya se les pasó la edad de pedalear.

El abuelo Remigio anda a trompicones, pasito a pasito, como las Geishas. Coge aliento, y reemprende el caminar junto a su nieta que lo acompaña hasta su fortaleza. El abuelo se levantó una mañana y durante el desayuno, mientras migaba el tazón de leche, se quedó atrapado entre sus recuerdos. El boticario, que de esto sabe un rato, dijo que fue la edad quien decidió enclaustrarlo en el pasado. Ahora ocupa el tiempo en sus pensamientos, y de vez en cuando, interrumpe el silencio para susurrar cabizbajo.
- Hijo. La sinceridad se encuentra buscando en lo que dicen las nubes-. Y vuelve a encerrarse en su mundo, cautivo de su corazón por el dolor de tanta pérdida.

En mis momentos de deriva me acuerdo de sus palabras. Asomo la mirada a la ventana, las miro y… aunque quiero imaginar que es cierto, sin embargo, no las entiendo. Yo sólo veo nubes.

07 marzo 2009

Se rompen los sueños


Más allá de la realidad están los sueños que, se desvanecen al amanecer. Removiendo entre los posos que van dejando esos recuerdos de ficción, te encuentras con la nostalgia de haberlos perdido.