
Ella estaba allí, ¡tan cerca!, con su voz melosa, cautivadora.
Me pareció algo diferente. Más distante.
Ni un solo gesto, ni un cruzar azaroso de miradas.
Es como si tuviéramos un acuerdo
tácito para ignorarnos.
Para no lastimarnos.
Me pareció algo diferente. Más distante.
Ni un solo gesto, ni un cruzar azaroso de miradas.
Es como si tuviéramos un acuerdo
tácito para ignorarnos.
Para no lastimarnos.
Inquieto y dolorido por la dicha de volver a verla.
Si me atreviera iría a decirle que ella invade aún,
todos mis sueños.
Pero yo sé de su rechazo y me retraigo.
Hoy he visto su felicidad, como entregaba ternura.
Te pido, que no la hagas nunca llorar.
Ella mira a la vida, con ojos de bailarina.

