
Como en cada estación primaveral los vencejos aparecen para custodiar nuestros cielos, y acompañar brevemente el viaje de alguna que otra nube errante con vocación de aguacero. Estas avecillas visten de frac para el cortejo, tienen conocimientos de arquitectura y alfarería que aplican en la construcción de nidos de barro donde mecer el futuro de la prole. Sus vuelos zigzagueantes inquietan a los demás moradores del cielo.
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