23 agosto 2009

A la orilla del Danubio


Ildiko tenía razón, en Budapest hay corredoiras milenarias desgastadas por transeúntes nostálgicos, que recuerdan el espíritu sosegado de sus moradores, la memoria de una época que se quedo atrás. En cualquier recodo del empedrado instalan su aposento aquellos, que en algún momento se desengancharon de la vida y quedaron atrapados en el universo del olvido.